Utiliza un cuchillo o tijeras limpios para cortar los tallos en diagonal, bajo agua corriente.
Elimina las hojas que estarán sumergidas en el agua del florero para prevenir bacterias.

Llena el florero con agua limpia y fresca, idealmente a temperatura ambiente.
Cambia el agua cada dos días o cuando esté turbia para evitar la acumulación de bacterias.

Utiliza el alimento para flores que lo puedes adquirir en nuestra boutique. Si no tienes, puedes agregar una cucharadita de azúcar y unas gotas de vinagre al agua para nutrir las flores.

Coloca el florero en un lugar fresco y lejos de la luz solar directa, las corrientes de aire y fuentes de calor.
Evita ubicar el florero cerca de puertas o ventanas abiertas donde pueda haber corrientes de aire fuertes, ya que esto puede acelerar el marchitamiento de las flores.
Evita ubicarlo cerca de frutas maduras, ya que liberan gases que pueden acelerar el marchitamiento de las flores.

Retira las flores marchitas o dañadas para evitar que liberen etileno y afecten al resto del ramo.
Asegúrate de que las flores no estén tocando las paredes del florero para facilitar su respiración.

Algunas flores, como las rosas, pueden beneficiarse de cortar el extremo del tallo en forma de X para mejorar la absorción de agua.
Las flores de tallo grueso, como los girasoles, deben recibir un corte en ángulo y se pueden sumergir en agua tibia durante unas horas antes de colocarlas en el florero.
Coloca los tulipanes en agua fría para prolongar su frescura.
Coloca las gerberas en agua tibia durante unos minutos para rehidratarlas.